La salsa holandesa es una de las salsas madre más famosas de la cocina francesa, reconocida por su textura cremosa y su sabor delicado. A pesar de su nombre, esta salsa no tiene un origen directo en los Países Bajos, sino que fue popularizada en Francia durante el siglo XIX. Se cree que su desarrollo estuvo influenciado por salsas similares usadas en la cocina europea, y se hizo especialmente popular como acompañante de platos como los espárragos, el pescado y los huevos Benedictos.
En Latinoamérica, la salsa holandesa mantiene su nombre original en la mayoría de los países, aunque a veces se le llama simplemente “salsa de huevos” o “salsa mantequilla”. Su uso varía según la región, pero siempre se valora por la forma en que añade un toque de elegancia y suavidad a los alimentos. Esta salsa representa un clásico que resalta la influencia francesa en la gastronomía mundial.